La flamante duquesa de Sussex no es nada más y nada menos que Meghan Markle.
En su nuevo status, tendrá que someterse a una serie de cambios que son propios
de la monarquía y del protocolo real. Este matrimonio con el Príncipe Harry
conlleva una serie de condiciones que la han obligado a cambiar por completo su
rutina de vida propia de una mujer norteamericana. No solo se trata de un
matrimonio con el Príncipe Harry, sino con la monarquía real británica de
Windsor.
Entra en el engranaje de la monarquía real británica, y aunque su sueño
desde niña fue ser actriz, este cambio de rol termina con sus días de feminista
y con el deseo profundo de ser galardonada con el preciado premio Oscar.
Sus costumbres han de cambiar en sentido general, porque ella será la
primera o la última en todo como mandan las costumbres de la Reina. Nadie entra
a un lugar después de ella, y siempre será la primera en ir a la cama. Todo está
supeditado a lo que la Reina haga, incluye la comida; esperando que ella
comience y terminando cuando ella termine.
A partir de ahora toda su actividad en las redes sociales las llevarán las
cuentas de la familia real o del palacio de Kensington (su residencia oficial),
cambiadas por Harry quien la incorporó ya de manera oficial. No habrá blog
personal, ni podrá hablar libremente sobre sus temas preferidos.
No podrá usar los tacos altos que están muy de moda, sino llevar los
zapatos de tacos chinos. No podrá pintarse las uñas con colores fuertes,
tampoco podrá sacarse selfies, a la Reina no le gustan. Incorpora el uso de
vestidos clásicos con medias finas y hasta la rodilla, no más altos de ahí.
Se acabó el tirarse fotos con la multitud y firmar autógrafos porque está
totalmente prohibido. Solo puede firmar con su nombre de pila y no en todo
lugar. Para poder adquirir la ciudadanía británica tendrá que esperar unos
cinco años. Esto le impedirá votar. La duquesa va a tener que esperar, pues los
trámites para toda esta documentación conllevan un proceso muy lento.
A pesar de todo esto, para la mujer que tenga este privilegio de pertenecer
a la familia real británica, es más que un sueño de hadas. Fueron muchas las
mujeres que desearon estar en su lugar, aunque tuvieran que pagar altos
sacrificios para ello. De actriz a duquesa hay una gran distancia que vale la
pena saltar.
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