La fuerza de voluntad se define como la intensidad con que se manifiesta
algo, especialmente un sentimiento. Fuerza de voluntad es la Capacidad humana
para esforzarse lo necesario al hacer una cosa.
Cuando haces el compromiso de ir al gimnasio y no vas, cuando te metes en
problemas sabiendo que te pueden perjudicar, cuando haces promesas que sabes que
no podrás cumplir, o cuando dices que sí sabiendo que no podrás y que no lo
harás, estás padeciendo del síndrome del
doble ánimo. El sí quiero, pero no puedo porque no quiero. Este síndrome define las inconstancias de las personas para hacer la cosas. Hoy si puedo, pero mañana no quiero, hoy quiero, pero no puedo.
Muchas promesas con buenos propósitos que se van diluyendo en el tiempo. Todos
pasamos por esa etapa de querer hacer y no poder. El 25% de las personas
mantienen sus buenos propósitos al inicio, pero seis meses después esta cifra
cae hasta un 5%. La pedagoga y directora de Neuroclick Marta Romo habla en este
sentido y dice: Para el cerebro es agotador incorporar nuevos hábitos, lo
sencillo es continuar con sus rutinas. ¿Cómo podemos resolver esta problemática
del ser humano? “Entrenando nuestra
voluntad”.
La fuerza de voluntad reduce los impulsos negativos del 70% al 17% según un
estudio de la Universidad de Chicago realizado por el psicólogo Wilhelm Hoffman
en el año 2001. Demostró que cuando las personas seden a un deseo lo ejecutan
el 70% de las veces, pero cuando se resisten solo lo ejecutan el 17% de las
veces. La voluntad tiene mayor capacidad de frenar los impulsos no deseado
hasta un 80% más.
La ausencia de voluntad hace que cuando tengamos que tomar una decisión nos
mueva lo inmediato, y que pensemos únicamente en los beneficios presentes y no
tengamos en cuenta las consecuencias, o no veamos más allá. Nos hacemos
esclavos de nuestros instintos y dejamos de ser libres, porque la mente sin
voluntad se anula en la acción.
La fuerza de voluntad, disciplina o sacrificio están infravaloradas e
incluso penalizadas en la actual cultura de la inmediatez. Pero
las consecuencias son graves para el cerebro ya que la fuerza de voluntad opera
como un músculo: se fortalece con la práctica, se fatiga con el uso excesivo o
se atrofia con la falta del mismo. “La ciencia ha demostrado que quienes se han
dedicado a cultivar su fuerza de voluntad, han invertido en su educación y en
su felicidad”.
“Debemos entender que fuerza de voluntad, es la capacidad que nos permite encontrar
las estrategias más adecuadas para conseguir lo que realmente queremos”
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