Dice Mateo “24:21
porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio
del mundo hasta ahora, ni la habrá”.
Cuando hablamos de
tribulación, nos estamos refiriendo a: Adversidad, aflicción, calamidad,
padecimiento o sufrimiento. Todos estos efectos, el mundo lo está
experimentando en estos momentos. Es un estado que ha traído pánico y horror a
todos los humanos en todos los países y naciones.
Todos los sistemas de
salud en las principales naciones desarrolladas han colapsado. El personal médico,
de enfermería, el personal de apoyo, los hospitales y centros preparados para
enfrentar esta pandemia, han sido insuficientes. La mortandad abunda por
doquier, las funerarias no pueden enfrentar esta fatalidad y los cementerios no
tienen la capacidad para enterrar a tantas y tantas personas.
Este es el drama de tragedia
global que nos ha tocado vivir. Vemos a los principales gobernantes de las
grandes naciones enfrentar uno de los peores escenarios, sino el peor hasta
ahora registrado después de la Segunda Guerra Mundial. Y la pregunta oportuna
es, ¿Quién podrá defendernos?
El Señor Jesús en el
libro de Mateo, da una respuesta a sus discípulos con relación a una
preocupación que ellos le habían externado, pero Él inicia una magistral
ponencia donde les advierte de las cosas que iban a suceder como señales del
fin del mundo. Por eso, en Mateo 24:7-8 nos dice: “Porque se levantará nación
contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en
diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores”.
Este panorama que estamos
viviendo, nos es más que la antesala de una serie de eventos que han de ocurrir
conforme a la profecía no solo de Jesús, sino, del profeta de Daniel y el apóstol
Juan en los libros de Daniel y Apocalipsis respectivamente. Todos los eventos
que están y los que han de ocurrir, definen la necesidad de un “Nuevo Orden Mundial”,
donde será imperante la elección de un líder mundial, una sola moneda y un solo
gobierno que controle todas las actividades de todas las naciones.
Estos dolores no son más
que el principio de una “Gran tribulación” anunciada por Jesús en los
evangelios. Si miramos el mundo, ciertamente, todos los eventos ocurridos
señalan lo que el Señor Jesús en su último discurso dado a sus discípulos en el
monte de los Olivos declaró.
Es una advertencia
para que nos preparemos para Su Venida.
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