El apóstol Pablo dice en Efesios 4:23 “Y renovaos en el espíritu de vuestra mente”. En este contexto el apóstol hace una breve descripción de las costumbres paganas, muy semejante, aunque de un modo más sintético, a la que se encuentra en Romanos 1:18-32. Luego, les explica en una forma más positiva, como deben vivir (Efesios 4:20-24).
El Doble Proceso de Transformación
A continuación, le dice: “despojados del viejo hombre”, y “revestidos del nuevo hombre”. Estas dos expresiones están inspiradas en el simbolismo de bautismo, inmersión y emersión, los cuales señalan nuestra muerte a la antigua vida de pecado y nuestra resurrección a la nueva vida de gracia dada a cada uno de nosotros por Su autor, Cristo (Romanos 6:3-11). Dios a través del apóstol Pablo nos dice: renovando nuestra mente.
El precio fue pagado por Cristo en la cruz del Calvario. El viejo hombre, es el hombre carnal, viciado de todo pecado y esclavo de las concupiscencias; mientras que el nuevo hombre, es el regenerado por el poder de Cristo, que no es dominado ya por el pecado; es una nueva “Creación”, término que corresponde con el “Nuevo Nacimiento” del que se habla en Juan 3:3-5.
El cristiano ha sido ya despojado del viejo hombre con el bautismo; pero aún sigue siendo tentado por la concupiscencia, que proviene del pecado y lo induce a pecar. Por esto, el apóstol dice a los efesios que deben de seguir despojándose del poder del viejo hombre, liberándose de los efectos del maligno quien pone en nosotros el pecado (Romanos 6:12-14; 8:5-8).
Renovando Nuestra Mente
La obra de renovación trajo un beneficio espiritual para toda la humanidad. Este proceso demanda de nosotros un claro entendimiento de que debemos ser renovados por el espíritu de nuestra mente. Proceso que involucra nuestros pensamientos y manera de ver las cosas (Romanos 8:2). De modo que seamos hombres nuevos, creados según Dios en justicia y en santidad. Es un llamado a seguir renovando nuestra mente.
Finalmente, concluyo con la exhortación del apóstol Pablo que dice, “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad” (Filipenses 4:8).
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