El futuro rey de Sion
Zacarías 9: 9 Alégrate mucho, hija de Sion; da voces de júbilo, hija de Jerusalén; he aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna. El Nacimiento de Cristo el Mesías.
Nacimiento y reinado del Mesías
El nacimiento de Cristo el Mesías
En un momento que sobrepasa el optimismo, el profeta vislumbra la futura gloria del reino bajo la ayuda de un caudillo no conocido: Alégrate en gran manera hija de Sión, hija de Jerusalén (verso 8). Aquí el profeta habla dirigiéndose directamente a ella, invitándola a alegrarse sin medida, porque el Rey está a la vista, justo y salvador; pero no viene lleno de gloria terrenal, como los grandes conquistadores guerreros, sino que avanza humilde, montado en un asno, en un gran gesto de paz y mansedumbre.
Su entrada triunfal a la Ciudad Santa marca el término de las luchas, pues extirpará los carros de Efraím (tribu de carácter belicoso) y a los caballos de Israel. Los profetas ya habían recomendado poner la confianza en Jehová como el instrumento para librarse de las guerras, y no estaban de acuerdo con la aprobación de la política de acumulación de los medios de guerra como las demás naciones. Por eso, ahora Zacarías anuncia la era mesiánica, en la que desaparecerá todo instrumento de violencia; y con esto se romperá el poderoso arco que la genera.
La profecía de Zacarías, es el eco de la de Isaías 9: 6. Es una declaración de que el Mesías establecerá Su reinado en la paz total que promulgará a los pueblos y a las naciones paganas. Su imperio se extenderá desde el mar Muerto al Mediterráneo, y desde el río Éufrates hasta los confines de la tierra; es decir, al lejano occidente. Es una proclamación mesiánica que presenta al REY-MESÍAS de un modo increíble en el Antiguo Testamento; ya que, en el lugar de manifestarse con mucha arrogancia y de manera dominadora, como un verdadero conquistador oriental, entra en Su ciudad mostrándose con toda Su mansedumbre y modestia.
Descripción del Nacimiento de Mesías
A pesar de describir en el capítulo anterior, el cual nos habla de que Dios había escondido Su faz a la casa de Jacob; ahora anuncia con júbilo un horizonte luminoso de salvación. El pueblo estaba en sombras de muerte, es decir, como un país en el que la muerte ha dejado huellas después de la devastación y de la guerra. Por eso, el profeta se complace en describir con alegría nacida, en aquellos que sumergidos en un estado de miseria y sin esperanza de redención. Este júbilo se manifiesta por medio de actos llenos de acciones de gracia a Dios, porque los bendijo abundantemente.
El profeta se refiere a la inesperada aparición de un Príncipe libertador, y lo describe como un niño que está relacionado con el misterioso Enmanuel, cuyos talentos son excepcionales. Sus cualidades lo señalan como un dotado gobernante admirable, consejero, con la capacidad de conducirse en las diversas situaciones, con sabiduría y prudencia.
Dios Fuerte
Este llevará un extraordinario nombre: “Dios fuerte”. Hay que destacar que esta cualidad sólo era aplicada en el Antiguo Testamento a Jehová. Refiriéndose en todo el sentido de la palabra, a un héroe divino, dotado de fuerza y vigor; precisamente por gozar de una protección especial de Dios. Esta revelación nos hace comprender el misterio de la Trinidad en cuanto a la segunda persona, quien es Cristo. Isaías trata de denotar, aunque se encuentra de una manera implícita en el texto, la importancia y el alcance dados en esta expresión. El Nacimiento de Cristo el Mesías.
Otra cualidad dada en este verso, es la de Padre sempiterno, que acompañada con la de Príncipe de paz, nos da un efecto de excepcional agudeza como gobernante y extraordinario consejero. Su gobierno no será el de un tirano, sino que estará lleno de paternidad; siempre en busca de establecer un ambiente de paz y de compresión, de modo que podrá llamarse Príncipe de paz. Esta paz se basará en un sentido de justicia, ya que la justicia será el cinto de sus lomos. El profeta Miqueas, su contemporáneo, hace un paralelo de esto.
Esta misma paz, es simbolizada por el mismo profeta poco después; pero con imágenes vivas que nos presentan qué debemos entender lo que era de importancia en la profecía; en otras palabras, el principio de un reinado espiritual basado en la paz de las conciencias.
Dios con Nosotros
El acontecimiento histórico del nacimiento del Mesías prometido Jesús, Enmanuel (Dios con nosotros), es el evento más importante y trascendental para toda la humanidad. Es la contemplación de una de las decisiones más determinantes en la persona de Dios. Es la realización de Su Plan Perfecto de hacerse hombre y venir a habitar con los hombres. Con el Único propósito de redimir a la humanidad caída tras el pecado del primer Adán.
El Nacimiento del Dios Encarnado
Es el Dios encarnado en la persona de Jesús, el Salvador y redentor, incursionando en la historia de la humanidad para dar un giro a todo lo que Satanás había trastornado. Por eso, era necesario el Sacrificio de la cruz para poder romper con la obra de maldad que el enemigo del hombre había causado.
Por eso Colosenses 2: 13 - 15 habla de esa victoria obtenida por el Mesías en la cruz del Calvario: “Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz”.
Por eso, Cristo es la piedra angular, y es el sustentador de nuestra fe. Que a nadie le quepa dudas de que ese sacrificio nos limpia de todo pecado y restaura nuestra relación con Dios. El Nacimiento de Cristo el Mesías.
Finalmente, si Cristo no hubiera resucitado nuestra fe sería vana. No hacemos énfasis en las fechas, sino en el evento en sí. Porque, aunque muchos quieran restar valor al acontecimiento del Nacimiento de Jesús, para nosotros los que creemos en Él, tiene un valor incalculable. Por eso, tenemos siempre: “Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de nuestra fe”.
Video:
Tú Me Das Paz - Plenitud
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