https://www.google.com/webmasters/tools/home?hl=es Conquistadores Victoriosos: Jehová Es el Protector de los Justos

Jehová Es el Protector de los Justos



Salmo 34:4-7 Busqué a Jehová, y él me oyó, y me libró de todos mis temores. Los que miraron a él fueron alumbrados, y sus rostros no fueron avergonzados. Este pobre clamó, y le oyó Jehová, Y lo libró de todas sus angustias. El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen, y los defiende.

 

Exhortación a Reconocer Protección Divina

Los humildes serán los primeros en identificarse con esta declaración hecha por el salmista. Porque son los primeros en reconocer la obra de la mano protectora de Jehová en sus vidas abatidas por el sufrimiento. A los humildes que se está refiriendo aquí son a los piadosos que practican la virtud de la humildad y se convierten en seguidores incondicionales de los preceptos de Jehová, y como tales muestran espíritu de obediencia y mansedumbre. Jehová es el Protector de los Justos.

 

Debemos reconocer que Dios es la fuente de la luz y de la vida; de Él procede la vida espiritual y la física, y, por lo tanto, la felicidad; por esto el salmista invita a que los humildes, que saben valorar las íntimas alegrías de la relación de amistad divina, se dirijan hacia Él, pues si lo hacen Dios los iluminará, y sus rostros se volverán radiantes de alegría y de optimismo ante la vida, porque saben que tienen a Dios de su lado.

 

El Salmista Habla por Experiencia

El salmista habla por su propia experiencia, pues Jehová le libró de todas sus angustias. Realmente, el pobre afligido, temeroso de Dios, no se halla solo y desamparado, pues a su alrededor lo acompaña el Ángel de Jehová para protegerle. Él está consciente de la seguridad que le proporciona su amistad con Dios, ya que Él pone a nuestra disposición Sus ejércitos de ángeles. Por eso, el salmista nos invita a disfrutar de la bondad divina, que se pone de manifiesta a los que le temen.

 

Por eso, llama bienaventurado al que se acoge a su protección. Los que quieren ser santos y consagrados a Dios en su vida de entrega a Su Ley, deben temer a Jehová, ya que Él retribuye con abundancia, sin que nada les falte, a los que le temen. El salmista entiende que los israelitas, por pertenecer a una nación santa, como pueblo y heredad de Dios, deben ser santos en el sentido de no contaminarse viviendo como apartado para Dios.

 

Debemos reconocer que las promesas también son para nosotros, y estimularnos a andar en obediencia, justicia y santidad delante de Él. Si lo hacemos así tendremos la garantía de Su cuidado y de Su protección.



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