Efesios 1: 17-20 Para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de Él, alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que Él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de Su herencia en los santos, y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de Su fuerza, la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a Su diestra en los lugares celestiales. El Espíritu de Sabiduría obra.
El Apóstol Pablo Presenta el Contenido
El apóstol Pablo nos presenta un contenido cargado de acción de gracias, donde se puede apreciar una riqueza doctrinal extraordinaria. Una de las páginas más concentradas de doctrina que puede registrar el Nuevo Testamento. Tres veces podemos apreciar la frase “para alabanza de la gloria de Dios” (Versos 6,12,14). El pensamiento principal está centrado en la economía de la redención o el plan divino de salud, por el cual Dios, desde toda la eternidad, determinó salvar a la humanidad.
El apóstol Pablo le adjudica a Dios la iniciativa de este plan universal (V.3-4). Plan que se realiza en Cristo y por Cristo (V.4-5), y al que el Espíritu Santo contribuye con Su acción santificadora (V-13-14).
El apóstol Pablo inicia con la afirmación general de que Dios “nos bendijo en Cristo con toda bendición espiritual en los cielos”. Concretando en los siguientes versículos cuales son esos beneficios de que Dios nos ha regalado y que constituyen el plan divino de salud. Nos habla de bendición espiritual, beneficios que proceden del Espíritu y pertenecen a la esfera del espíritu o parte superior del hombre (Romanos 8: 2-11; Gálatas 5: 16-25). La expresión “en los cielos” es casi sinónima del adjetivo “espiritual”, señalando que se trata de beneficios celestes.
Por su origen y por su destino, ya que nos los dispensa Dios desde el cielo y están destinados a recibir allí definitivamente. Todos estos beneficios nos son concedidos “en Cristo”, es decir, en cuanto estamos unidos a Cristo, formando una unidad con Él.
Después de la afirmación de carácter general, el apóstol comienza a enumerar los beneficios:
Principio Fundamental
El primero y fundamental es que Dios “nos eligió para ser santos” (predestinados) a la adopción de hijos suyos; conforme al beneplácito de Su voluntad. Vemos que Pablo está presentando la "predestinación" como una modalidad de "elección", y su objetivo o término real es la filiación adoptiva. Pero la expresión griega se traduce como “habiéndonos predestinado”, en cuyo caso sería presentado como un acto divino, lógicamente anterior al de la elección.
No se puede dudar que para Pablo la raíz o la última razón de todo está en el “beneplácito” divino: porque Dios así lo quiere. Y conforme a este beneplácito nos eligió para ser santos, y nos predestinó a la adopción de hijos suyos. No se trata aquí de elección y predestinación a la gloria, sino de elección y predestinación a la condición de cristianos. La elección se realiza en “Cristo” (V.4), unidos al cual Dios nos contempla y ama desde toda la eternidad; es también “mediante Cristo”, el hijo de Dios, quien nos concede la filiación adoptiva.
Verdad Central
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